domingo, 18 de noviembre de 2007

Al Gore

La concesión del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2007, al señor Al Gore, “por su decisiva contribución al progreso en la solución de los graves problemas del cambio climático que amenazan nuestro planeta” ha suscitado sensaciones contradictorias en muchas de las personas que desde hace años venimos trabajando en el estudio y la divulgación de las cuestiones ambientales, y más concretamente de las referidas al cambio climático. Y es que no podemos olvidar, que se ha concedido este premio a una persona que ocupó la vicepresidencia de Estados Unidos (desde 1993 a 2001) bajo la presidencia de Bill Clinton, y que por tanto es partícipe de las decisiones de su mandato, incluyendo las que han provocado la repulsa de los movimientos sociales de todo el mundo. Además EE.UU. es un país que, con un 5% de la población mundial, es el responsable del 25% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero procedentes de la utilización de combustibles fósiles. Un país que pese haber firmado “La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” en 1992, que pretendía lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impidiera la interferencia humanas peligrosa en el sistema climático, se ha negado sistemáticamente a ratificar el Protocolo de Kioto. Un acuerdo cuya eficacia ambiental se resiente de la dura posición negociadora norteamericana.Que EE.UU. firmase el Protocolo de Kioto en 1998 supuso un acto meramente testimonial de apoyo al mismo por parte de Al Gore, ya que nunca fue sometido a ratificación ante el senado por la administración de Clinton; bien es verdad que esta nunca se hubiera producido; ya que contaba con la oposición unánime del senado, que ese mismo año había aprobado la resolución de Byrd-Hagel, contraria a la firma de cualquier acuerdo, que no incluyera “plazos y objetivos obligatorias para los países en desarrollo“, o que “supusieran un daño importante a la economía de los Estados Unidos“, por noventa y cinco votos a cero.

A pesar de todo esto, lo que no se puede negar es que, la presentación en 2006 del documental “Una verdad incómoda“, que él protagoniza y que fue galardonado en 2007 con el Oscar de Hollywood, ha supuesto un paso muy importante en la divulgación de uno de los problemas ambientales más graves o, quizá el más grave, al que nos enfrentamos en la actualidad. Un documental que, pese a las recientes controversias creadas, especialmente por una deficiente interpretación de la resolución judicial británica, fue considerado por esta como adecuado para exponerlo en las escuelas, valorando la presentación de Al Gore sobre las causas y efectos relacionados con el cambio climático en la película, en líneas generales como correcta, y donde los nueve posibles “errores” señalados por el juez se entrecomillaban, precisamente para enfatizar que, mientras no fuesen refutados, no estaba claro que lo fuesen. Eso sin olvidarnos de que “Una verdad incómoda” es una película, de la que nadie puede esperar la misma profundidad que de un artículo científico. Todo esto ha supuesto una enorme presencia mediática, que no puede, de modo alguno, considerarse como oportunista, ya que Al Gore viene desarrollando actividades ambientales desde hace muchos años, lo que incluye la publicación, en 1992, del libro, “La Tierra en juego, ecología y conciencia humana“, siendo senador por Tennessee, y donde analiza con minuciosidad las múltiples causas que nos han conducido a la actual situación de degradación del clima, del aire, del agua, e incluso de nuestros alimentos.

Pero tal vez sea la concesión del Premio Nobel, compartido con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC en inglés) por “sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y poner las bases para contrarrestar ese cambio” lo que nos hace ver todo lo que está ocurriendo como muy positivo, y es que, para Ecoloxistes n’Aición d’Asturies, la concesión de estos premios es fruto de la creciente preocupación mundial por las consecuencias del cambio climático, siendo especialmente relevante el papel del mencionado Panel Intergubernamental del Cambio Climático, que este año ha publicado una serie de informes que responsabilizan a la humanidad por el calentamiento global, y donde participan varios de los científicos que trabajan en nuestra comunidad, y a los que desde aquí queremos felicitar, por la parte que les toca. Esperamos que estos premios sirvan para hacer una profunda reflexión, sobre cual ha de ser el futuro energético de Asturies, una comunidad enormemente dependiente, que necesita importar más del 87% de su energía primaria, con un modelo basado, en más de un 96% en los combustibles fósiles, y cuyas emisiones de gases de efecto invernadero representan el 8,09% del total de España, mientras que su población es el 2,60% y su PIB el 2,27%. Las emisiones han aumentado en más de un 20%; ciertamente inferior al crecimiento medio de España, pero debido, únicamente, a los alta tasas de emisión de las que se partía. Es por tanto una de las comunidades más intensivas en emisiones, tanto por la presencia de centrales térmicas, como por su sector de industrias básicas, y en las que prácticamente todos los sectores regulados por el comercio de emisiones, (generación eléctrica, refinerías, cemento, vidrio y cerámica, siderurgia y papel) tienen presencia. A pesar de lo cual se sigue apostando por continuar con el mismo modelo, renunciando a una generación más distribuida, apostando por la instalación de nuevos grupos térmicos, de nuevo basados en la utilización de combustibles fósiles, y también de importación y cuya ventaja ambiental, de menor tasa de emisiones y mayor rendimiento, terminará quedando anulada por el continuo crecimiento de la demanda.

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